Las pequeñas ostras perleras son criadas a media profundidad en mallas especiales, para que les llegue el alimento, plancton, pero que no puedan escapar, ni ser devoradas, hasta alcanzar el tamaño adecuado.
En estas mallas crecen rápidamente, alimentándose de algas microscópicas y microorganismos, en esta fase hay que tener mucho cuidado con la limpieza exterior de las conchas donde se adhieren parásitos que pueden llegar a matar a la ostra.
Esta labor es muy dura y se realiza a mano, cada 2 o 3 meses.
CIRUGIA. IMPLANTE DEL INTRUSO
Una vez que el molusco perlero, ya ha alcanzado la madurez sexual, y un tamaño adecuado, depende de las especies, es cuando empieza la operación de perlicultura propiamente dicha.
Entonces se somete la ostra a la cirugía, por expertos, ya que hay que abrir la ostra, a veces incluso con una suave anestesia, y se pone una cuña, para poder trabajar dentro del molusco. Con gran precisión se realiza un corte en el aparato reproductor (la gónada) y se introduce un trozo pequeño de nácar, o varios, que harán de núcleo de las preciada perlas, y un trozo de tejido del manto, de otra ostra donante, que hace que se forme el saco perlífero, que segrega las capas de nácar que formara las perlas.
ENGORDE Y CRECIMIENTO DE LA OSTRA Y DE LA PERLA
Se quedan en observación, una vez pasado el periodo postoperatorio, son llevadas a su cesta donde empiezan a desarrollar tan preciado resultado, la perla, aunque este proceso puede durar desde medio año, a 4 años o más, dependiendo de la variedad de la ostra.
Durante este proceso, se va vigilando la ostra, y la producción de su perla, en operaciones de limpieza, y en algunas granjas incluso las pasan por rayos X, para ver mejor la perla. Hay que tener en cuenta solo el 50% de las ostras “operadas” llegan a término, y de esas, solo el 20% produce gemas o perlas que se pueden comercializar.
COSECHA O RECOLECCION DE LA PERLA
Cuando la perla ya está, se procede a la cosecha, parte mas importante y gratificante, donde se recoge el fruto de muchos meses de trabajo, y se procede a la apertura de la ostra, hay especimenes que mueren pero otros pueden llegar a ser reutilizados para una nueva operación y así una nueva producción de perlas.
La producción de perlas cultivadas, es labiorosa, detallada, y sobre todo fruto del esfuerzo de muchas personas, que hacen que un simple molusco se convierta en un bivalvo productor de perlas.
Más de 500 personas trabajan diariamente en el mantenimiento del ícono de la nación francesa.
Bombas especiales, calentadores, un equipo de 30 pintores trabajando a tiempo completo durante 18 meses remoza la torre con una fresca capa de su tradicional tono de bronce y bombillas de larga vida mantienen a la Torre Eiffel funcionando y resplandeciente pese a sus 119 años a cuestas, al tiempo que enormes ruedas dentadas, engranajes y cables giran, golpean, rechinan y ronronean en las profundidades de la estructura, en lugares a los que no tienen acceso los turistas.
Cuidar el corazón del monumento es una tarea enorme, a veces peligrosa, que nadie ve, pero que mantiene la torre luciendo como nueva. Más de 500 personas desde soldadores y plomeros hasta guardias de seguridad y cocineros trabajan en la estructura.
Sótanos profundos entre las patas de la torre albergan los enormes motores hidráulicos que mueven los dos ascensores de visitantes.
Un tanque de 3,800 litros lleno de agua, que alguna vez fue bombeada desde el vecino Sena, provee el contrapeso necesario para subir a los aproximadamente 18,000 visitantes diarios al descanso del segundo nivel, a unos 115 metros de altura.
La miríada de piezas ruidosas del motor necesitan frecuente lubricación, y son inspeccionadas a diario. Incluso una breve avería en uno de los ascensores puede causar un crecimiento al doble en las colas de visitantes.
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