La tragedia del Titanic
El 15 de abril de 1912, muchos periódicos publicaron ediciones extraordinarias para informar sobre el naufragio del Titanic. Algunos, como el Evening Sun, sugirieron que, aunque el barco había chocado contra un iceberg y se había hundido, todos los pasajeros estaban a salvo. Pero al día siguiente se conoció la verdadera dimensión de la catástrofe.
El barco «insumergible» fue construido en dos años, navegó durante cuatro días y medio, y, tras chocar con un iceberg, se hundió en dos horas y 40 minutos llevándose consigo más de 1.500 vidas
Desde su mismo origen, el Titanic tuvo una impronta distinta a los demás barcos. Todo cuanto tenía relación con él adquirió visos legendarios, un aura que no hizo sino aumentar a medida que pasaba el tiempo y se acercaban el momento de su acabado y la preparación de su viaje inaugural.
El Titanic era uno de los tres transatlánticos de la clase Olympic encargados por la naviera White Star a los astilleros Harland & Wolff de Belfast.
Se convirtió así en «el objeto móvil más grande jamás creado »: una mole de 270 metros de longitud y 53 de altura, con un peso neto de unas 46.328 toneladas, y que podía navegar a una velocidad máxima de 22,5 nudos (unos 42 kilómetros por hora) gracias a sus 55.000 caballos de fuerza motora, desplazando más de 50.000 toneladas de agua a su paso.
Pero estas colosales magnitudes no eran el único atractivo del navío. El Titanic era un compendio de lujos. Se llegó a decir que en sus alfombras uno podía hundirse hasta las rodillas, exagerada comparación que, no obstante, ofrece pistas para imaginar hasta qué punto los constructores se esmeraron en cada detalle de su interior. Allí dentro, los ricos podrían sentirse aún más ricos, y los pobres, un poco menos pobres.
Las colosales dimensiones de los transatlánticos de la White Star pueden apreciarse en fotos como ésta de la construcción del hermano gemelo del Titanic, el Olympic.
Algunos operarios de los astilleros Harland & Wolff, de Belfast -Irlanda-, observan el casco y las enormes hélices de cuatro palas de este gigante. La hélice central del Olympic tenía 4 palas, y se cree que la del Titanic disponía de tres.
Varios operarios de Noah & Sons posan con unos eslabones de la cadena del ancla del Titanic durante su fabricación en Dudley, Gran Bretaña.
Edward Smith
Edward Smith era un capitán afable y experimentado, popular entre los pasajeros ricos. Tuvo una actitud dubitativa desde el choque del Titanic contra el iceberg.
Faltaban 20 minutos para la medianoche cuando el vigía Frederick Fleet advirtió la cercanía de un iceberg, apenas perceptible. De esta forma se logró evitar la colisión y hielo y acero tan sólo se rozaron por el costado de estribor. Pero las consecuencias de ese ligero contacto serían fatales.
El incidente apenas se notó a bordo. Por lo que el pánico no estalló.
Hubo algo de ilusorio en esa primera hora, durante la cual algunos pasajeros estuvieron bromeando con lo que sucedía.
Nada ni nadie les indicaba la gravedad de la situación, y la orden del capitán –tal vez cuestionable, pero en modo alguno descabellada– fue evitar el pánico a toda costa para no empeorar las cosas, si es que las cosas hubieran podido empeorar.
Hubo pasajeros que ni siquiera creyeron posible que un barco insumergible se pudiera hundir.
A las dos y cinco de la madrugada se arrió el último bote y el pánico transformó la enrarecida tranquilidad vivida hasta ese momento en un drama sobrecogedor. En menos de media hora, más de mil personas iban a morir, sabiendo que no podían hacer nada por evitarlo.
A las dos y dieciocho minutos de la madrugada, el casco del Titanic se partió cerca de su zona central, un dato que quedó inexplicablemente borrado de la historia hasta que se halló su pecio y se pudo reconstruir la muerte del titán.
Un minuto después, la proa se hundió en el océano y la popa, arrastrada por la proa, casi alcanzó la verticalidad completa. Mientras, cientos de personas se aferraban a lo que fuese con el propósito de sobrevivir, con el único resultado de alargar un poco más su terrible agonía.
Cuando la primera lancha llegó al lugar del naufragio el silencio reinaba sobre una inerte marea blanca formada por los chalecos salvavidas que mantenían a flote los cadáveres, congelados en su mayoría.
Eso era cuanto quedaba de un barco que debía navegar sobre sueños, y que se había deslizado hacia las profundidades para yacer en la más completa oscuridad.
Los supervivientes estuvieron horas a la deriva.
La imagen muestra el bote plegable D, rescatado a las 7.15 de la mañana.
Corrillos de supervivientes no identificados a bordo del buque Carpathia.
Los restos del Titanic ocupan cinco kilómetros cuadrados, con dos grandes piezas, la proa y la popa, y miles de restos y objetos diseminados en el lecho marino.
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